«ACOSO ESCOLAR EN EL ALUMNADO CON TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA (TEA)»
El acoso escolar puede ser entendido como una conducta repetida y prolongada en el tiempo que se produce en una relación interpersonal de abuso de poder entre iguales, con el fin de causar daño (físico, verbal o psicológico) a la persona acosada. Este fenómeno representa una de las grandes barreras a la convivencia escolar y sus implicaciones comprometen seriamente el desarrollo integral y el bienestar de los niños y jóvenes en los centros educativos.
El alumnado con TEA muestra frecuentemente problemas en la comunicación, dificultades en el aprendizaje, escasas habilidades sociales, así como conductas repetitivas e intereses restringidos, que dificultan el establecimiento de relaciones de amistad y pueden llevarlos a la exclusión social. Sin embargo, estas características en sí mismas no determinan necesariamente ser víctima de acoso, es la forma en la que el grupo percibe estas diferencias y el apoyo social recibido lo que previene o, por el contrario, aumenta el riesgo de producirse el acoso en estos alumnos.
En concreto, el acoso escolar en el alumnado con TEA se presenta especialmente entre los 11 y los 13 años, momento en que se produce la transición hacia la etapa secundaria donde adquiere mayor importancia la pertenencia al grupo. Asimismo, en estos estudiantes, el tipo de acoso más frecuente sería, por un lado, las agresiones verbales (insultos o hablar mal a sus espaldas en relación a sus dificultades comunicativas, sociales y/o conductuales) y, por otro lado, la exclusión social, ya sea esta última de forma activa (no dejar participar en las actividades grupales y recreativas) o pasiva (ignorar, no dirigir la palabra, aislar, rechazar, etc.). Por último, los espacios donde suele ocurrir el acoso escolar son aquellos donde existe poca estructura y supervisión, como el patio de recreo y de comedor, el intercambio entre clases, los baños, los pasillos o al salir de la escuela.
Las consecuencias asociadas al acoso escolar afectan tanto al desarrollo social y emocional como al rendimiento académico de los niños con TEA que, en último término, dificultarían la inclusión educativa de este tipo de alumnado en la escuela ordinaria. El acoso genera en ellos manifestaciones como ansiedad, depresión, sentimientos de inadecuación, aumento de las conductas repetitivas y estereotipadas, crisis incontroladas de ira, autolesiones y, en los casos más graves, ideación suicida. Pero también sienten miedo, rechazo a ir a la escuela, aislamiento social, disminución del rendimiento académico y abandono escolar. Aunque estas consecuencias serían parecidas a las que mostrarían otros estudiantes, los efectos del acoso son especialmente más graves y perduran más en el tiempo en los niños con TEA, pues esta problemática acentuaría las dificultades sociales, emocionales y del aprendizaje que ya tienen de base, limitando aún más su rendimiento académico y su participación social en la escuela.
En definitiva, a pesar de que en los últimos años se ha seguido investigando acerca del acoso escolar, los estudios que se centran exclusivamente en el alumnado con TEA son más bien escasos. La falta de investigación sobre esta temática estaría dificultando el desarrollo de medidas de actuación y programas de prevención frente al acoso escolar que sean específicos y se adapten a las características concretas de este tipo de estudiantes. Por tanto, es necesario tomar conciencia ante la urgencia de adaptar el sistema educativo en todas sus facetas, incluida la convivencia escolar, a la diversidad y necesidades particulares de todos los alumnos, para seguir avanzando hacia la inclusión real del alumnado con TEA.