«8 DE OCTUBRE:
DÍA INTERNACIONAL DE LA DISLEXIA»
La Dislexia es un Trastorno Específico del Aprendizaje incluido a su vez dentro de los Trastornos del Neurodesarrollo (DSM-5). Su prevalencia es muy alta: alrededor de un 10% de la población tiene Dislexia, es decir, en un aula de 30 alumnos, 2 ó 3 de ellos tendrán Dislexia.
Esto significa varias cocas:
- Es persistente en el tiempo: no se cura, aunque con intervención intensiva y con las adaptaciones adecuadas se puede compensar y evitar el fracaso escolar.
- Afecta de forma específica al aprendizaje, en concreto al proceso lectoescritor y al resto de áreas académicas debido a la función instrumental de la lectoescritura en el aprendizaje.
- Se manifiesta en las etapas del desarrollo aunque en ocasiones no se detecta hasta que las exigencias académicas son mayores que la capacidad del alumno para compensarlo.
Por otro lado, es importante saber que la Dislexia no es un trastorno visual sino perceptivo-lingüístico, y aunque no se pueda diagnosticar de forma definitiva antes de los 8 años, desde la etapa infantil se pueden observar rasgos indicadores que deben ponernos en alerta para empezar a trabajarlo y minimizar así las dificultades de acceso al aprendizaje.
Esta detección e intervención temprana, que debe llevarse a cabo por logopedas y/o neuropsicólogos, permitirá neutralizar la afectación emocional que en un alto porcentaje va unido a los alumnos con Dislexia al verse incompetentes en un área que el resto de sus compañeros de su misma edad dominan. Por eso, en caso de llegar a esta afectación emocional, la intervención por parte del especialista en psicología es también fundamental para lograr el éxito académico.
Otras cuestiones a tener en cuenta para permitir que los alumnos con Dislexia brillen y tengan el éxito que merecen, al margen de sus dificultades, son:
- Reducir la utilización de la lectura y la escritura como método de aprendizaje, utilizando en su lugar TICs, mapas mentales, apoyo visual y estrategias activas en la construcción de su conocimiento.
- Adaptar las evaluaciones, evitando exámenes y utilizando en su lugar proyectos activos y dinámicos. En el caso de tener que recurrir a los tradicionales exámenes, adaptarlos e incluso hacerlos de forma oral.
- Fomentar su talento y creatividad, dar espacio a desarrollar y descubrir su potencial para tener así sensación de logro y mejorar la autoestima.
«Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo»
B. Franklin.