«LOS TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO EN EL ENTORNO EDUCATIVO»
Los problemas de comportamiento de los niños/as siempre han sido una de las mayores preocupaciones de familias y docentes. Muchos de estos problemas, como la desobediencia, las rabietas o las peleas son habituales en la infancia, y no hay que preocuparse excesivamente por ellas. Sin embargo, cuando estos problemas se cronifican y agravan, perjudicando la adaptación emocional, social y académica del niño/a, podríamos estar ante un Trastorno del Comportamiento.
Este término suele emplearse en la literatura científica y divulgativa para referirse a una serie de diagnósticos clínicos incluidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), documento de referencia para los profesionales de la salud mental. Entre estos trastornos, destacan el Trastorno Negativista Desafiante (TND), “un patrón frecuente y persistente de enfado/irritabilidad y discusiones/actitudes desafiantes o vengativas”; y el Trastorno de Conducta (TC), un “patrón de comportamiento persistente y repetitivo en el que no se respetan los derechos básicos de otros, ni las normas o reglas sociales de la edad”.
Una característica común a estos trastornos es que suelen manifestarse a través de conductas externalizantes (de dentro a fuera), lo que en el entorno escolar se traduce en comportamientos disruptivos, es decir, que alteran el orden establecido, dificultando o impidiendo un adecuado desarrollo de las clases.
Afortunadamente, existen diversas técnicas, relativamente sencillas de aplicar, que se pueden aplicar en el entorno familiar y educativo, para ayudar a los niños/as a reducir los comportamientos asociales y favoreciendo los prosociales. Describimos a continuación algunas de estas técnicas:
- Técnicas para aumentar comportamientos:
- Alabanza: realizar comentarios positivos y sinceros sobre el alumno/a.
- Atención: dedicar una atención especial al alumno/a —sin descuidar al resto del grupo—, sonriéndole, conversando con él de vez en cuando, o realizando alguna actividad juntos.
- Contacto físico: utilizar el contacto para establecer una relación de confianza con el alumno/a.
- Recompensas: premiar al alumno/a cuando muestre un comportamiento adecuado. Las recompensas deberán administrarse de forma sistemática y siempre después (nunca antes) de que se haya manifestado el comportamiento deseado.
- Técnicas para disminuir comportamientos:
- Extinción: ignorar los comportamientos disruptivos de menor gravedad.
- Costo de respuesta: retirar una recompensa cuando el alumno/a muestre un comportamiento inapropiado
- Tiempo fuera: aislar al alumno/a durante un tiempo preestablecido en algún lugar carente de estímulos cuando muestre comportamiento de cierta gravedad.
- Técnica de la tortuga: enseñar al alumno/a esta técnica de autocontrol, que consiste en recogerse como una tortuga cuando se escucha la palabra clave «tortuga», y contar mentalmente hasta 10 mientras se calma.
No obstante, a pesar de los beneficios que puedan aportar estas técnicas, debemos recordar que no estamos hablando de simples chiquilladas, sino de trastornos mentales, los cuales requieren de una intervención que debe incluir diversos profesionales coordinados (psiquiatra, psicólogo, neuropsicólogo…) siendo necesaria también la coordinación constante con el centro educativo y la familia.